“Pizarro: crónica de traición y conquista”

Escrito y dirigido por Rafael Sánchez Mena.

Desde inicios de este mes hasta fines de Marzo la agrupación Teatro de Cámara presenta “Pizarro: crónica de traición y conquista” en la Sala Taulichusco del Museo Metropolitano de Lima. La puesta en escena narra desde diversas voces los sucesos de antes y después de la conquista del Perú empleando el género de la crónica en un intento por proporcionar al espectador un panorama global del contexto y de los sucesos acontecidos, pues eso trata “Pizarro…”: de presentar una mirada global a través de las múltiples voces narrativas -Almagro, Felipillo, Atahualpa, etc.- que consolidan la narración del drama, para asumir el pasado y que permite esbozar que el proyecto de este grupo, en específico con esta obra, consiste en representar que la formación y la prosperidad de una nación no solo dependen de “caudillos” o de individualidades, sino de una labor en conjunto. Además, podemos mencionar también que este montaje pone frente a nosotros aquellas taras que aún perduran en nuestra sociedad desde las épocas de la conquista y colonia; como la traición, la venganza y los afanes de riqueza individual.

"Pizarro: Crónica de traición y conquista"
Rafael Sánchez en «Pizarro: Crónica de traición y conquista»

Rafael Sánchez -director y dramaturgo también- se encarga de encarnar a un Francisco Pizarro muy humano, consternado, traidor y traicionado; pero a la vez seguro de lograr sus propósitos. Nos ofrece una interpretación destacable; y en general, notamos un correcto trabajo de dirección que deriva en la homogeneidad del grupo, sin sobreactuaciones y más bien con fluidez en el desarrollo de las acciones. Es importante mencionar también que el trabajo de caracterización podría ser mejorado, así como las coordinaciones de las entradas y salidas para optimizar el uso del espacio; también enriquecería la puesta la optimización del empleo de la iluminación y pantalla de fondo, que genera nuevos espacios y dota de mayor relevancia simbólica al montaje. Se trata de una versión, también, del drama personal de Pizarro, que llega al punto álgido en la representación de sus momentos de duda y recuerdos. Una interesante propuesta que reactualiza la imagen del conquistador y que revive aquella parte de la historia nacional que todos conocemos pero sobre la cual no solemos reflexionar.

Entre la apariencia y la verdad: Crítica a El placer de la honestidad

“Cuando uno vive, vive y no se ve. Tú no te ves a ti mismo; te veo yo.”
-Baldwin al Marqués Fabio-

Teatro de Cámara viene presentando en la sala del Instituto Italiano de Cultura en Lima la obra del italiano Luiggi Pirandello El placer de la honestidad (Il Piacere dell’Onesta), bajo la dirección de Tatiana Espinoza y Rafael Sánchez; y con las participaciones de Joseph Alfaro (Marqués Fabio), Athenas Gonzalez  (Criada), Fernando Aguilar (Párroco – Consejero), Keyla Padilla (Agatha Renni), Jeyson Lopez (Mauricio Setti), Iván Ulloa (Baldwin) y Mayra Loaiza  (Madre de Agatha). En esta pieza se narra cómo se planea un falso matrimonio para ocultar el hijo fruto de la relación entre la señorita Agatha y el Marqués Fabio, hombre casado. Es a través de Setti que contactan a Baldwin, quien habrá de casarse con Ángela para evitar el deshonor y cuidar las apariencias; empero, no se trata de un sujeto común, sino de un hombre guiado por un férreo sentir de la moralidad y la honestidad, que termina por ejercer un poder casi dictatorial en la familia. Ante esto, y para “sacarlo del camino”, el Marqués decide deshacerse de él, lo cual desencadena el meollo de la obra; la confrontación entre ambos sujetos y más aún, la oposición entre lo correcto e incorrecto, lo moral y lo inmoral; que se enlazan en una suerte de lucha humana por seguir los instintos, cuidar las apariencias, o faltar a la verdad.

En El placer de la honestidad encontramos la constante alusión a la trivialidad de las apariencias en oposición al ser y las presiones sociales; así como la cuestión de la honradez y veracidad moral; tornándose por momentos muy tensa. La sencilla puesta de Teatro de Cámara apela a la intensidad de los diálogos y a un manejo de luces poco preciso para crear ese aura de gravidez; empero no lo logra con solidez. Vemos en escena a un Setti con algunos problemas de dicción y con una actuación poco fluida, enfrascada en lo que parece ser un simple “recitar” los diálogos. La misma traba la encontramos en la interpretación del Marqués Fabio y la del párroco. La interpretación del rol de Baldwin, que habría de ser algo solemne e imponente, no consigue ser tal, salvo por algunos momentos de intensidad extrema que Pirandello imprime en sus textos. Destacamos la precisa interpretación de Maira Loaiza, que con una actuación sólida logra trasmitir el sentir de esa madre que solo piensa y siente para y por su hija Agatha; rol ejecutado plausiblemente. No quedamos del todo satisfechos con el trabajo de caracterización, y creemos que es una deficiencia que no haya programa de mano: uno no sabe qué actor es quién ni otros datos de la puesta.

Consideramos que, pese a las fallas mencionadas, no deja de ser una puesta fluida, que logra mantener al espectador pendiente y atento de lo que está pasando; confiamos también en que esas fallas serán corregidas con la adquisión de experiencia de los jóvenes actores. Un interesante montaje que trae a Pirandello a la escena local.