En búsqueda de las certezas. «El Nido de las Palomas»

Dramaturgia: Eduardo Adrianzén

Dirección: Renato Fernández

La Tribu Escena

Afiche "El nido de las palomas".
Afiche «El nido de las palomas».

En medio del estancamiento y la monotonía de la vida diaria, Raúl (Patricio Villavicencio) consigue una vía de escape: el viaje al extranjero que tanto anhela y que podría significar el inicio de una “nueva vida”; esto no solo en el sentido de re-comenzar en un contexto diferente, sino por la llegada de su primer hijo. Empero, Mónica (Yazmín Londoño), su esposa, se muestra reticente ante la posibilidad del viaje: llena de un temor e inseguridad creciente a medida que la fecha de partida se acerca, busca aferrarse a un punto de partida, a alguna señal de pertenencia y estabilidad. Pero es justamente para conservar su matrimonio y ese equilibrio que debe partir junto a su esposo. Al lado de ellos su amiga Patricia (Isabel Chappell, a quien ya habíamos visto en Daniela Frank. Función Clandestina) -quien habría estado involucrada con Raúl en el pasado-, joven de ideales posmodernos, desafiliados y muy pragmática, ha regresado de Estados Unidos y está también embarazada. Su retorno a Lima -ciudad que parece odiar- se debe, aparentemente, a cuestiones de comodidad en su parto. Conflictuados, los tres buscarán salida a sus problemas y miedos; pero sobre todo buscarán estabilidad, algo verdadero que los arraigue a un lugar real.

El Nido de las palomas habla de la necesidad de pertenencia, de la búsqueda de identidad y de estabilidad; de una verdad a la qué aferrarse para no caer en la evasión. Por un lado Patricia, quien había dejado “el nido” hacía años para labrar su vida en el extranjero en donde encontró las comodidades y posibilidad es que la vida en su país le negaba, de ahí su visión práctica de las cosas que quizá oculte cierta desesperanza, ve con resignación el presente y la idea de “el Perú”; mientras que la joven pareja de esposos se sumerge en una crisis ante la inminencia de la partida y la incertidumbre ante la llegada de su primer hijo -además de la simbólica preocupación de Mónica por las palomas que han instalado su nido en el alero de su departamento, que de seguro habrían  de ser desalojadas por los nuevos inquilinos-. Dejar y construir un nuevo nido, aferrarse a las raíces, conservar lazos, desligarse, pero por sobre todo buscar la verdad.

El nido de las palomas de Eduardo Adrianzén es un texto sencillo con un conflicto claro, complementado armoniosamente con textos del poeta Juan de la Fuente, que incide también en la sensibilidad de la mujer embarazada, alejándose del estereotipo de la maternidad y enfocándose en el modo de sentir de la mujer en sí y de cómo cambian -o se mantienen- sus perspectivas ante la vida bajo el matiz de la maternidad. Un montaje dirigido de modo certero, que potencia las capacidades de los actores, en el que las acciones salen adelante con naturalidad y ligereza, pero sin perder el tono reflexivo e invocador de la obra. Completan El nido de las palomas un preciso acompañamiento musical y un manejo correcto de la iluminación, que define y diferencia espacios y momentos en la puesta. Mención aparte para el desenvolvimiento natural de las actrices con la falsa barriga y para la cuidada escenografía, con sogas y retazos de tela que enmarcaban el escenario y que aludían, quizá, a esos trozos de los que se va armando y desarmando el nido, o a los lazos que poco a poco se diluyen en la evasión y la desafiliación.